... va a ser difícil hablar sobre mi deriva cubana, demasiadas emociones, muchas personas valiosas e intensas, y poco tiempo aún para digerir. Lo que sí que es seguro es que voy volver, y cuanto antes mejor.
Voy a empezar con algo sabroso, sabroso, un vídeo de Yusa, una negra cubana (de Alamar) impresionante.
Tuve el gustazo de verla, oirla y casi tocarla en el Festival Longina.
Después de 15 días de ruta por la isla, viajando en camiones, tractores y guaguas llegamos a Villa Clara (donde la columna 8, con el Che a la cabeza, logró descarrilar un tren blindado de Batista, en una acción decisiva para el triunfo de la Revolución).
Durante 3 días estuvimos rodeadas por grandes figuras de la Nueva Trova Cubana. El viernes era la noche del gran concierto y después de una larga, desordenada pero divertida cola, logramos entrar en el Mejunje (que es una casa medio ruinosa, con 25 años de la más variada història donde han desfilado desde los más jóvenes trovadores hasta las travestis más atrevidas. Este espacio fundado a mediados de los ochenta por el actor Ramón Silveiro fue una isla dentro de la isla, donde lo desviado era la norma).
En un mejunje un poco más instituzionalizado pero donde aún se palpaban sus orígenes, vimos a Yusa junto a Santiago Feliu i Elmer Ferrer, esta negra cubana mojó su guitarra i a todas las que estábamos delante. Cuando ya acabó el concierto apareció en la plaza donde estábamos descargando con los amigos de siempre, que nos regalaban sus canciones, y allí amanecimos, en familia y con mucho ron acumulado, disfrutando con Yusa, Bladimir, Serrat, Fidelito, Annita, Ray, Silvio, Juan, Jaunca, Martí, Pablo, Adrian, Yenny, Miguel Hernández, ...
Y como dice Bladimir Zamora,
Allí, sin sujeción a programas previstos ni horarios, la madrugada es una enorme carpa donde caben todos los que ahora mismo defienden la auténtica bohemia de la trova cubana. Cualquier banco puede ser el escenario para que una cantidad de personas, que muchas veces pasan de cien, se rieguen a disfrutar por el piso. Allí se pudo escuchar juntos y por separado a los dúos espirituanos Cofradía y Aire y Madera, al cienfueguero Nelson Valdés, al habanero Fidel Díaz, al villaclareño residente en Alamar, Ray Fernández, al trovador de los relojes, el querido Ariel Barreiros, y a Santiago Feliú, quien después de brindar el concierto de lujo en lo de Silverio, se quedó con picazón y pidió la guitarra para cantar de todo y de todos. Mientras se está al amparo de ese montón de canciones, impulsadas por las más disímiles y auténticas voces, se cobra la certidumbre de que sigue creciendo el mejor espejo de la espiritualidad cubana.
