Y lo miro. Está allí, pegado a mi pared. Permanente en mi cuarto, permanente en mi vida. Y ahora que lo miro bien, tiene un aspecto bastante decepcionante. A lo mejor lo deseé en otros tiempos, cuando el calor no convertía su dulzura en este liquido pegajoso que se mete por todas partes. O quizá lo deseé cuando tocar ese dulce prohibido parecía mas excitante. Sea como sea, estos preliminares me han dejado sin energía para pasar a comérmelo, a la fase del sexo desbordante, insultante y complaciente.
Pero aún no lo he desenvuelto, a lo mejor vale la pena pasar esta hoja de calendario.
Sea como sea, espero a comerme esta piruleta en septiembre. Hasta entonces, bienvenidos a la Siberia de mi corazón.


tinc bombons a la porta del costat! i fresquets a la nevera...
muaxmuax