El reencuentro

Le conocí en una fiesta en la Fera de Gracia. Nos enrollamos y nos fuimos a mi cama. Un polvo sin más, de los de las 7.00 de la mañana, unas mamadas y poco más. Él se marchó de mi lecho rápido y huidizo. Todos mis colegas pensaron que era un secreta. Hasta los dos años y medio no volví a saber de él. El reencuentro ha sido sorprendente.

La semana pasada me calló un buen jarro de agua fría, mejor dicho un bloque de hielo. Volví a ver a un tipo con el que me había enrollado hace tiempo, yo casi no me acordaba de él. No fue el destino, ni las circunstancias de la vida, sino un chat de contactos para maricones. Charlamos, teníamos muchas cosas en común parecía interesante, y era guapo. Así que me tiré a la piscina.

Finalmente descubrimos que ya nos conocíamos de una noche loca, y él no se cortó un pelo en contarme su versión de su noche. Me dijo que al llegar a casa tenia el culo sangrando, algo que me sorprendió, porque no tengo un súper pollón. Pero además, él se había sentido fatal conmigo. Yo no le había tratado mal, al menos eso creía, sin embargo no fui capaz de ver que estaba jodido, que él no lo estaba pasando bien. Pienso que yo no le provocaba malestar, sino que tenía la cabeza hecha un lío, pero cuando estábamos en la cama, yo no me dí cuenta. Me corrí, se vistió y se piró.

La semana pasada nos volvimos a encontrar en mi cama, esta vez con deseo mutuo (al menos esa fue mi sensación; espero que fuese así), me contó como se había sentido aquella noche de la Fera de Gracia. Esta vez él hizo de mi culo todas las delicias imaginables.

Sin embargo, me quedé inquieto por saber más, de comprender como se pueden dar estas situaciones tan jodidas, y rabioso por no tener la capacidad de resolverlas, por no darme cuenta. Sobre todo por sentirme un puto macho.