La reina pasaba gran parte del tiempo contemplándose en su espejo mágico. Diariamente le preguntaba: Espejo mágico, espejo de oro, ¿Quién es la más hermosa?, dímelo tesoro. Y el espejo siempre respondía: La más hermosa eres tú. Esta respuesta dejaba satisfecha a la reina hasta el día siguiente cuando interrogaba de nuevo al espejo, siempre con el temor de descubrir que había alguien más hermosa que ella...
Una mañana como de costumbre, la reina consultó su espejo mágico: Espejo mágico, espejo de oro ¿quien es la más hermosa?, dímelo tesoro. Pero esta vez el espejo no le respondió...
