El planeta de los humanos se ha convertido en un lugar invivible para el resto de los cuerpos que habitan este territorio compartido.
Aquí no hay espacio para quienes no quedan sujetos a los patrones humanizantes. Para las malformadas, para quienes tienen cuerpos sin genitales estándar (pollas y coños), ni para las disminuidas, no hay sitio para las locas, ni para las desviadas. En el planeta de los humanos los no-heterosexuales solo son objeto de extrañeza y repudio, o en algunos casos excepcionales producto de un consumo exacerbado, pero estos ya están dentro del engranaje dictatorial.
A pesar de que no es una tarea fácil y pese a las múltiples resistencias, los cuerpo cibernéticos están siendo definidos y clasificados bajo criterios humanizantes. Y los no-blancos son incorporados a este sistema político con el argumento de la mejora de la calidad de vida (categoría también creado por los humanos y para los humanos). Sin ningún tipo de vergüenza, los humanos, están mutando a los cuerpos vegetales, y a otros cuerpos animales, para poco a poco construir un mundo a su imagen y semejanza. Excluyen todo que no huela a hombre o mujer y que no produzca rentabilidad económica o sostenibilidad social.
La humanidad bajo el paraguas de la solidaridad impone su mirada planetaria, sus categorías, y sus definiciones corporales. Sin embargo, las rebeldías son invisibles pero constantes: sabotajes, practicas deshumanizantes y construcciones marginales, se convierten en elementos clave para la lucha contra esta imposición global.
Mantener el control sobre nuestra materialidad corporal y política es una tarea difícil, pero necesaria para garantizar la libertad, el placer, y la diversidad. Sin duda, es nuestro deber resistir a los procesos de humanización obligatoria, y combatir la dictadura humana.
Los no-humanos debemos rebelarnos. No necesitamos de sus herramientas, porque son el elemento clave para entrar en el engranaje humanizante. Tenemos que aprender a utilizar nuestras armas que son diversas y eficaces. Nuestra fortaleza es que nuestros instrumentos son desconocidos e incomprendidos desde el pensamiento humano. Ellos jamas sabrán manejarlos, ni entender su funcionamiento.
No debemos de olvidar que el pensamiento humano es unidireccional, clasificatorio y cerrado, lo que les impide ver otras realidades y formas de entender los elementos que rodean sus cuerpos. Esto es un punto a nuestro favor para combatirlos. Nosotras tenemos varios frentes abiertos, y es ahí donde esta nuestra fuerza; en nuestra diversidad. La guerra de guerrillas es nuestra mejor estrategia, la presencia callejera un mecanismo implacable en la lucha contra la humanidad. Pero tenemos una advertencia, no podemos entrar dentro del juego humanizante de exclusiones e inclusiones, porque esta sería nuestra peor debilidad, y nuestra derrota asegurada.
Los no humanos nos rebelamos. No negociamos cuotas de libertad, ni queremos la tolerancia humana. La guerra contra la humanidad ha comenzado!!!

me encantó tu blog,besos