Una historia singular

Estaba en el TRAM de camino a mi curro, por primera vez iba acompañado de una amiga. Pero cual es nuestra sorpresa, cuando un hermoso muchacho de aspecto árabe se sienta junto a nosotras. Ojos oscuros, pelo muy negro, ropa de currela y con actitud muy tímida. No dejamos de mirarnos, mi gaydar se había activado. Parecía una buena oportunidad para un desahogo matutino.

Yo normalmente confío en mi instinto marika cual político de segunda en la socialdemocracia. Me encantaba la idea de un polvo rápido entre los coches de un solar de Badalona. Era una escusa perfecta para llegar tarde al trabajo. Para mi el sexo, casi siempre ha estado por delante de muchas otras obligaciones de la vida.

Juegos de miradas que duraron unas cuantas paradas, y que cada vez se intensificaban. Estaba en el bote. Decidí coger un periódico del asiento de al lado, iba a poner mi móvil para dárselo y hacer así hacer un movimiento en favor del esperado encuentro. Sin embargo un estúpido miedo me hizo pensar que el e-mail sería mas seguro, al fin y al cabo no le conocía de nada.

Llego su estación y el muchacho se levantó, se dirigió a mi y no le entendí lo que me decía. Le pregunté de nuevo, y me contestó que en la mochila y las bolsas, solo llevaba herramientas. Yo no sabía porque me lo dijo, pensé que quizá era una escusa para iniciar una conversación, así que intenté cambiar de tema, dándole el periódico con mi e-mail, y alargar su escancia. Pero me dijo que el periódico no era suyo, y se bajó. Lo había perdido!.

Cuando mi plan de la mañana había desaparecido. Un ciudadano del asiento de al lado nos advirtió que cualquier día Barcelona iba a explotar con tanto paquistaní. Yo, sin ningún corte, le respondí que tenía mas miedo a los mossos d'escuadra, esos si que son peligrosos. Mantuvimos una estúpida conversación por poco tiempo. Y llegó mi parada. Bajé y solo entonces comprendí todo. Fuí consciente de mi ridículo pensamiento, y de que este viaje había sido diferente para todos nosotros. El muchacho se estaba justificando del pánico occidental al terrorismo, el buen ciudadano seguía con la estupidez propia de los buenos ciudadanos, y yo,... ingenuo creí que iba a tener un rato de cama.

  • Lubna (no verificado)
    Vie, 01/02/2008 - 12:54

    Qué bien escribes, da gusto leerte! He flipado con lo que cuentas. No por la situación en sí, que para lxs buenxs ciudadansx (lxs unxs y lxs otrxs) debe ser totalmente común, sino por el aspecto químico de todo el asunto. El chico lo que tenía era miedo, miedo de cómo estabas mirándole porque no interpretaba tu mensaje como deseo sino como miedo, y tú por tu lado interpretaste su mensaje como deseo, cuando en realidad era miedo.

    El deseo y el miedo segregan más o menos la misma química, a veces es difícil distinguir, a veces son las dos cosas a la vez.

    Espero que tengas más suerte la próxima vez.

    Un saludo
    Lubna